Saturday, November 26, 2005

Elevaciòn

Por encima de estanques, por encima de los valles,
los montes, los bosques, las nubes y los mares,
màs allà del sol, màs allà de los èteres,
màs allà de los confines de estrelladas esferas,
espìritu mìo, te mueves àgilmente,
y, como un buen nadador que atraviesa las olas,
alegremente surcas la inmensidad profunda
con un gozo indecible y viril.
Vuela bien lejos de estos reacios miasmas;
vete a purificar en el aire superior,
y bebe, como un puro y divino licor,
el fuego transparente que llena los limpios espacios.
Detràs de los hastìos y los vastos pesares
que agobian con su peso la nebulosa existencia,
dichoso aquèl que puede con alas vigorosas
llegar hasta los campos luminosos y serenos;
¡Aquèl cuyo pensamiento como las alondras,
al cielo, en la mañana, su vuelo emprende,
-quien se cierne sobre la vida y sin esfuerzo comprende
el lenguaje de las flores y de las cosas mudas!
Ch. B

Saturday, November 12, 2005

ambriàguense


EMBRIÁGUENSE


Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.

Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán: “¡Es hora de embriagarse!

Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, ¡embriáguense, embriáguense sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.

CH. Baudelaire


Friday, November 11, 2005



LA DESTRUCCIÓN
El demonio a mi lado acecha en tentaciones; como un aire impalpable lo siento en torno mío; lo respiro, lo siento quemando mis pulmones de un culpable deseo con que, en vano, porfío.
Toma a veces la forma, sabiendo que amo el arte, de la más seductora de todas las mujeres; con pretextos y antojos que no hecho a mala parteacostumbra mis labios a nefandos placeres.
Cada vez más, me aleja de la dulce mirada de Dios, dejando mi alma jadeante, fatigada en medio de las negras llanuras del hastío.
Y pone ante mis ojos. llenos de confesiones, heridas entreabiertas, espantosas visiones... la destrucción preside este corazón mío.
Versión de María Fasce