Friday, September 16, 2005

EL APARECIDO.
Como los ángeles de ojo fiero,
volveré a tu alcoba
y me deslizaré hasta ti sin ruido
con las sombras de la noche;
y te daré, morena mía,
besos fríos, como la luna,
y caricias de serpiente
que van reptando en torno a una fosa.
Al llegar la lívida mañana,
hallarás mi sitio vacío
y hasta el anochecer seguirá frio.
Como otros por la ternura,
en tu vida y en e tu juventud,
por el terror quiero reinar.
Ch. B

Saturday, September 03, 2005

AL LECTOR.

AL LECTOR.

La idiotez, el error, el pecado, la codicia,
nuestros espiritus ocupan y desgarran nuestros cuerpos,
y nosostros alimentamos nuestros remordimientos,
igual que a sus parásitos los mendigos nutren.

Nuestras culpas son tercas, nuestros arrepentimientos cobardes;
nos hacemos pagar cuanto hemos confesado,
y volvemos alegres al camino fangoso,
creyendo lavar con viles llantos todos nuestros pecados.

En la almohada del mal es Satán Trimegistro
quien largamente mese nuestro encantado espíritu,
y el preciado metal de nuestra voluntad
lo ha evaporado todo este sabio químico.

¡El Diablo es quién maneja los hilos que nos mueven!
atractivo encontramos en lo más repugnante;
cada día avanzamos un paso hacia el infierno,
sin horror, a través de tinieblas que apestan.

Igual que un libertino pobre que besa y muerde
el pecho mayugado de una vieja ramera,
robamos al pasar un placer clandestino
que explimimos con fuerza como una naranja seca.

Densos y hormiguentes, como un millón de hermintos
se agita en nuestro cerebro un pueblo de Demonios,
y, cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
desciende, río invisible, con apagados gemidos.

Si el estrupo, el veneno, el puñal, el incendio,
no han bordado hasta ahora con sus singulares dibujos
el banal canamo de nuestros míseros destinos,
es porque ¡ay! nuestra alma no es lo bastante osada.

Pero entre los chacales, las panteras los linces,
los monos, los escorpiones, los buitres, las serpientes,
los monstruos chillones, aulladores, gruñones, rastreros,
en la infame casa de fieras de nuestras corrupciones,

¡hay uno más feo, más malvado, más inmundo!
Aunque no gesticule ni lance agudos gritos,
con gusto convertiría a la tierra en un despojo
y de un bosteso el mundo se tragaría;

¡Es el Tedio! -el ojo lleno de involuntario llanto-
sueña con cadalsos mientras fuma su pipa.
¡Tú conoces, lector, a ese monstruo delicado,
-hipócrta lector, -mi semejante,-mi hermano!


Charles Baudelaire.